miércoles, 25 de julio de 2007

Editorial


Viva la diversidad


Cuando pensamos en escribir sobre la aceptación de la diversidad, fueron muchos aquellos pensamientos que vinieron a nuestras mentes. ¿Cómo comunicar a nuestra comunidad qué es lo que pensamos respecto a la Diversidad? Ya llevamos algún tiempo intentando seguir un camino que sea consecuente con nuestros valores cristianos y conocimientos educativos: un camino en que los niños y su formación sean nuestros primeros beneficiados. Día a día vemos con sorpresa y asombro cómo el nivel de violencia y agresividad aumenta en ciudades como la nuestra, gran parte de esto se centra en la dificultad de aceptar a los otros que son diferentes a mí. Aún sin considerar las diferencias extremas como podría ser la discapacidad (física, intelectual), en cada familia, en cada escuela, en cada grupo social existe y convive la diversidad. Debemos educar en la valoración y el respeto a esas diferencias, viéndolas como una oportunidad para optimizar el desarrollo personal y social y no como un obstáculo en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Educar en la diversidad es educar para la vida, para enfrentar el mundo, las dificultades y poder reconocer lo mejor de ellas.
Al hablar de educar en la diversidad, no sólo quiero hacer referencia a la diversidad manifiesta en los niños con necesidades educativas especiales, sino, mucho más simple y cercano que ello, a la diversidad existente entre todos y cada uno de los seres humanos que, por el solo hecho de poseer la condición humana, ya somos diferentes: poseemos experiencias, realidades, intereses, motivaciones que nos son propios.
Difícilmente se puede aprender a respetar las diferencias sino se convive con ellas, sólo educando a los futuros ciudadanos en la valoración de las diferencias: conviviendo, respetando, conociendo, podremos lograr la tan anhelada educación para todos.

Marcela

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